jueves, 15 de julio de 2010

"Ecuador: el país de la no-ley"















Las leyes propuestas por la clase dirigente ecuatoriana atraviesan por una crisis sin precedentes: La LOES (Ley Orgánica de Educación Superior), Ley de Comunicación (llamada "Mordaza" por la prensa privada), la Ley de Aguas, Ley de Reforma Judicial, etc.

El desconcierto en las leyes que intentan manejar la hegemonía política rectorada por la clase correista, se encuentra con una resistencia acalorada, después de los llamamientos públicos desesperados, en un intento por generar una campaña dirigida hacia el pueblo "desinformado", el malestar carcinógeno de la política corrida, por fin decae en el sueño de las utopías.

El partidismo acelera una catarsis política tan negativa que podría acuñar una crisis política duradera y desmejorar la imagen internacional de los ecuatorianos necesitados de la inversión pública extranjera.

Como bien reflexionaba Antonio Gramsci: "Las leyes de la clase para sí, siempre se defienden con el aparato del liderazgo estatal". Las supuestas leyes populares, las normas que apoyan "los intereses de todos los ecuatorianos", resultan en una argucia política que defiende los únicos intereses de la clase dirigente (Alianza País).

Las políticas difamatorias, el gasto de campañas públicas excesivas (que van desde el mal llamado machismo, término que por cierto resultaría en falocracia), la posesión de medios informativos estatales, noticieros y un aparato enorme de propaganda pro-correista permite imaginar un robusto gasto público, que a toda costa, defiende a la clase líder.

La moratoria legal es un intento desesperado de la partidocracia enferma por el poder.

A los ecuatorianos les han jugado una vida de azares políticos cortoplacistas, donde los verdaderos pudores asambleístas se difuminan en un campo de desconcierto y lucran por la voluntad de poder (la única razón del hombre según Nietzsche).

Después de gastar los escuetos erarios del Estado, después de demacrar la faceta democrática- pseudo socialista y acarrear un lastre en la economía de inversión extranjera, el aparato legal se auto-proclama aún "popular".

La infamia no radica en la defensa de una ideología partícipe en la lucha de intereses partidistas, la verdadera problemática radica en la pérdida de la voluntad política para la defensa de las víctimas de esta guerra llena de estratagemas publicitarias, donde los únicos beneficiarios resultan los medios de información privados.

LOES (Ley Orgánica de Educación Superior) como ejemplo:

La educación coartada por su autonomía, aún se mantiene en la cuerda floja de la exigencia profesional académica. Pero, el pecado de esa ley se mantiene en la vigencia de la educación como aparato de pensamiento político en defensa del interés partidista.
La investigación, desarrollo y promoción son correctas para un país necesitado de fortalecimiento educativo, pero debajo de esa epidermis, el llamado a la coartación ideológica libre se hace evidente…
En cuanto a los sectores que defienden nuevas universidades estatales, por lo menos, se deberían proponer un escudriñamiento serio sobre el paradigma político que enreda la trama socio-cultural en defensa de los sectores estratégicos que intentan una política autoritaria desde cualquier institución.
Las universidades nacionalistas son un fenómeno acuñado por regímenes desesperados por producir intelectuales orgánicos, quienes no siempre se definen en el espíritu estatal.
En cuanto a las demás leyes, el panorama se distingue por el mismo paradigma: ofrecimientos lucrativos, enredos burocráticos, presupuestos deficientes, intereses gobernantes, utopías sin estructuras y aparatajes. Es decir, la escalera de quimeras resulta positiva, siempre que una mera imparcialidad por lo menos de la clase dirigente refrene las ilusiones de un pueblo abandonado al albedrío de las luchas por el poder…

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